sábado, 29 de marzo de 2014

4to Viernes de Cuaresma 2014

Celebramos este viernes de una firma muy semcilla, ya que por motivo de limpieza el Templo se conserva en un cierre parcial, pero no hemos dejado pasar este momento con el Señor.










Cristo que nos llama a la conversión del espíritu

Sábado tercera semana Cuaresma. ¿Qué esfuerzo he hecho para que Cristo sea el centro de mi vida? 


La experiencia de buscar convertir nuestro corazón a Dios, que es a lo que nos invita constantemente la Cuaresma, nace necesariamente de la experiencia que nosotros tengamos de Dios nuestro Señor. La experiencia del retorno a Dios, la experiencia de un corazón que se vuelve otra vez a nuestro Señor nace de un corazón que experimenta auténticamente a Dios. No puede nacer de un corazón que simplemente contempla sus pecados, ni del que simplemente ve el mal que ha hecho; tiene que nacer de un corazón que descubre la presencia misteriosa de Dios en la propia vida.

Durante la Cuaresma muchas veces escuchamos: "tienes que hacer sacrificios". Pero la pregunta fundamental sería si estás experimentando más a Dios nuestro Señor, si te estás acercando más a Él.

En la tradición de la Iglesia, la práctica del Vía Crucis -que la Iglesia recomienda diariamente durante la Cuaresma y que no es otra cosa sino el recorrer mentalmente las catorce estaciones que recuerdan los pasos de nuestro Señor desde que es condenado por Pilatos, hasta el sepulcro-, necesariamente tiene que llevarnos hacia el interior de nosotros mismos, hacia la experiencia que nosotros tengamos de Jesucristo nuestro Señor.

Tenemos que ir al fondo de nuestra alma para ahí ver la profundidad que tiene Dios en nosotros, para ver si ya ha conseguido enraizar, enlazarse con nosotros, porque solamente así llegamos a la auténtica conversión del corazón. Al ver lo que Cristo pasó por mí, en su camino a la cruz, tengo que preguntarme: ¿Qué he hecho yo para convertir mi corazón a Cristo? ¿Qué esfuerzo he hecho para que mi corazón lo ponga a Él como el centro de mi vida?

Frecuentemente oímos: "es que la vida espiritual es muy costosa"; "es que seguir a Cristo es muy costoso"; "es que ser un auténtico cristiano es muy costoso". Yo me pregunto, ¿qué vale más, lo que a mí me cuesta o lo que yo gano convirtiéndome a Cristo? Merece la pena todo el esfuerzo interior por reordenar mi espíritu, por poner mis valores en su lugar, por ser capaz de cambiar algunos de mis comportamientos, incluso el uso de mi tiempo, la eficacia de mi testimonio cristiano, convirtiéndome a Cristo, porque con eso gano.

A la persona humana le bastan pequeños detalles para entrar en penitencia, para entrar en conversión, para entrar dentro de sí misma, pero podría ser que ante la dificultad, ante los problemas, ante las luchas interiores o exteriores nosotros no lográramos encontrarnos con Cristo.

Nosotros, que tenemos a Jesucristo todos los días si queremos en la Eucaristía; nosotros, que tenemos a Jesucristo si queremos en su Palabra en el Evangelio; nosotros, que tenemos a Jesucristo todos los días en la oración, podemos dejarlo pasar y poner otros valores por encima de Cristo. ¡Qué serio es esto, y cómo tiene que hacer que nuestro corazón descubra al auténtico Jesucristo!

Dirá Jesucristo: "¿De qué te sirve ganar todo el mundo, si pierdes tu alma? ¿Qué podrás dar tú a cambio de tu alma?" Es cuestión de ver hacia dónde estamos orientando nuestra alma; es cuestión de ver hacia dónde estamos poniendo nuestra intención y nuestra vida para luego aplicarlo a nuestras realidades cotidianas: aplicarlo a nuestra vida conyugal, a nuestra vida familiar, a nuestra vida social; aplicarlo a mi esfuerzo por el crecimiento interior en la oración, aplicarlo a mi esfuerzo por enraizar en mi vida las virtudes.

Cuando en esta Cuaresma escuchemos en nuestros oídos la voz de Cristo que nos llama a la conversión del espíritu, pidámosle que sea Él quien nos ayude a convertir el corazón, a transformar nuestra vida, a reordenar nuestra persona a una auténtica conversión del corazón, a una auténtica vuelta a Dios, a una auténtica experiencia de nuestro Señor.

Venimos ante Ti, como el publicano

Lucas 18, 9-14. Cuaresma. Pidamos a Cristo que nos enseñe a orar con espíritu humilde y sencillo. 

Del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14


En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.

Oración introductoria

Señor, hoy como el publicano y el fariseo, me acerco a Ti a orar. Me acerco, porque sé que sin Ti nada puedo, como Tú mismo nos lo dijiste. Señor, yo llevo en mi interior un fariseo y un publicano. Tú conoces mi debilidad y cómo a veces, sin yo quererlo, caigo y te ofendo; otras, me esfuerzo por hacer tu Voluntad, pero cuántas veces en este interés por agradarte me busco a mí mismo. Señor, sin Ti nada puedo, y como me doy cuenta de ello, me acerco una vez más para presentarme como soy y dejar que Tú lleves las riendas de mi vida. Tú toma lo bueno que me has dado, para mayor gloria tuya, pero también hazte cargo de mi debilidad y utilízala también en favor tuyo; pues, como San Pablo decía, "cuando soy débil es cuando soy fuerte", porque Tú tienes un mayor protagonismo. Señor, yo sólo quiero ser tu instrumento.

Petición

Señor, toma mi vida y guíala por el camino que lleva a Ti; que en cada momento mi actuar vaya dirigido a cumplir tu Voluntad con alegría y sencillez.

Meditación del Papa Francisco

El texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso - el del fariseo - y el otro auténtico - el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre se reconoce necesitado del perdón de Dios. La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que "sube hasta las nubes", mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad.
A la luz de esta Palabra, quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? La oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo... Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, como el publicano. Y se requiere sencillez. (S.S. Francisco, 27 de octubre de 2013).

Reflexión

Este tiempo de cuaresma nos invita a la conversión. Sin duda, todos tenemos necesidad de transformación interior, de volver nuestro rostro a Dios. Durante nuestra vida, nosotros también nos comportamos algunas veces como el publicano o como el fariseo. En ambas situaciones, tenemos necesidad de poner los ojos en Dios y reconocer lo que de verdad somos; Él sí nos conoce y sabe de qué barro estamos hechos. Esta cuaresma es una nueva invitación que nos hace a fijarnos en Él, en dejar de lado todo lo que nos distancia de su presencia. Con un corazón humilde acudamos a su presencia y renovémosle nuestro amor, pidamos perdón por nuestras faltas y ofrezcámonos a ser cirineos en el camino al Calvario, para alivianar la carga de Jesús.

La humildad, la sencillez, la docilidad al Espíritu Santo son esenciales para abrir el corazón de Cristo. A los hombres nos gusta que nos aprecien, que nos estimen, que nos tomen en cuenta, que nos amen. Buscamos llamar la atención de quien nos rodea, de quien queremos que nos ame. ¿No queremos de igual forma llamar la atención de Cristo? ¿No queremos que Cristo nos vea y nos manifieste su amor? Pues estas virtudes serán el motivo para que Dios pose su mirada en nosotros. Siempre lo hace pero si nos esforzamos en vivir estas virtudes lo hará de manera especial.

Por el contrario, la soberbia, el orgullo, la vanidad nacen del egoísmo y lo que parecería oración no es otra cosa más que alabanza a nosotros mismos. Come el fariseo que agradecía a Dios no ser como los demás hombres porque no cometía sus mismos errores y pecados que ellos.

Los dos hombres estaban en oración pero qué oraciones tan distintas. Una hecha con presunción personal y la otra con humildad, con el corazón triste por haber fallado a Dios.

¿Quiere decir entonces que para hacer buena oración forzosamente debemos golpearnos el pecho y debamos hacer exámenes personales de autocrítica, rayando casi con un pesimismo?

Seguramente Cristo no quiere esto. Él más bien nos pide que como niños nos acerquemos a su corazón reconociendo las cualidades que nos ha dado pero tan bien con la humildad necesaria para reconocer nuestras faltas. Recordemos lo que dice el Catecismo respecto a la oración, dice que la piedad de la oración no está en la cantidad de las palabras sino en el fervor de nuestra alma.

Pidamos a Cristo que nos enseñe a orar con espíritu humilde y sencillo como el publicano que el evangelio nos presenta el día de hoy.

Propósito

Haré una visita al Santísimo en la que, con humildad, le pediré al Señor me enseñe a amarle más y a cumplir su Voluntad.

Diálogo con Cristo

Señor, hoy como el publicano nos acercamos a Ti, pues nos reconocemos débiles y necesitados de Ti, que eres la fuente de toda gracia. Señor, Tú conoces nuestro corazón y sabes que sin Ti nada podemos; por eso, queremos pedirte que te quedes con nosotros, que nos acompañes en todo momento de nuestro día. Señor, queremos amarte, pero a veces no conocemos bien el camino, o nos dejamos llevar por nuestros intereses; por eso, como el publicano, te pedimos: ¡Ten compasión de nosotros! Y escucha nuestra oración.

El cimiento de la oración va fundado en la humildad, y mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios. (Santa Teresa de Avila)

viernes, 28 de marzo de 2014

Procesión al Santuario de la Santa Veracruz 2014

La Hermandad de Padre Jesús Cautivo en la procesion del 4to viernes de cuaresma, invitados por la Cofradia del Señor de la Santa Veracruz.

Gracias a los hermanos que acompañaron a esta fraternal caminata.









Ante las tentaciones

¿Por qué somos tentados? Porque somos libres, porque se abren ante nosotros mil posibilidades.

La tentación nos resulta algo familiar. Tenemos tentaciones en casa o en el trabajo, durante el día o en medio de la noche, en verano o en invierno, a solas o con otros.

Cada tentación nos ofrece algo que se presenta como agradable, ventajoso, más o menos fácil. Se trata de saltarse una norma para ser más eficaces, o de apartarse del deber para disfrutar un rato placentero, o de pisotear a un rival para empezar la conquista de un anhelado puesto de trabajo.

Ante la promesa de un resultado ventajoso, el corazón cae fácilmente en el diálogo con la tentación. Surgen las preguntas y los razonamientos. ¿De verdad es algo tan malo? ¿No seré un poco escrupuloso? Total, no hago mucho daño a otros. Además, hoy en día todos lo hacen. Por una vez no pasa nada...

Tras la caída, la tentación nos muestra su mentira. Porque no es hermoso lograr un triunfo a costa de la herida que hemos causado en un familiar cercano. Ni siente uno alegría verdadera si, después de haber visto una película divertida, recuerda que ha dejado de lado la petición de ayuda de un enfermo.

Otras veces no somos capaces de reconocer el veneno escondido en cada tentación, ni siquiera tras la caída. Porque en el fondo de nuestras almas hay un deseo extraño de independencia, de rebeldía, de vivir al margen de Dios.

En unas líneas de su libro "Jesús de Nazaret", Benedicto XVI explicaba otras dimensiones propias de la tentación que facilitan el engaño:

Es propio de la tentación adoptar una apariencia moral: no nos invita directamente a hacer el mal, eso sería muy burdo. Finge mostrarnos lo mejor: abandonar por fin lo ilusorio y emplear eficazmente nuestras fuerzas en mejorar el mundo. Además, se presenta con la pretensión del verdadero realismo. Lo real es lo que se constata: poder y pan. Ante ello, las cosas de Dios aparecen irreales, un mundo secundario que realmente no se necesita.

Luego el Papa Ratzinger señalaba ese núcleo profundo que se esconde en cada tentación:

La cuestión es Dios: ¿es verdad o no que Él es el real, la realidad misma? ¿Es Él mismo el Bueno, o debemos inventar nosotros mismos lo que es bueno? La cuestión de Dios es el interrogante fundamental que nos pone ante la encrucijada de la existencia humana. ¿Qué debe hacer el Salvador del mundo o qué no debe hacer?: ésta es la cuestión de fondo en las tentaciones de Jesús.

Sí: detrás de cada tentación se esconde la pregunta sobre Dios. ¿Cómo lo veo? ¿Cómo pienso mi vida ante Él? Algunos no pueden responder, simplemente porque han excluido a Dios del horizonte humano. Otros no quieren responder, porque prefieren lanzarse al activismo sin tener que confrontarse con Alguien a quien rendir cuentas.

Pero en el fondo, ni la negación de Dios ni el activismo salvaje resuelven el problema de las tentaciones. ¿Por qué somos tentados? Porque somos libres, porque se abren ante nosotros mil posibilidades, porque hay en cada corazón un desorden que intenta arrastranos hacia el mal, la injusticia, el egoísmo.

Las tentaciones no son, ciertamente, la última palabra de la historia humana. Más allá de ellas, una voz respetuosa y cercana nos invita a aceptar el Amor de Dios y a vivir según el hermoso ideal del cristianismo.

Desde que Cristo vino al mundo, es posible no sólo levantarse tras una caída, sino también decir un "no" claro y firme ante cada tentación. Un "no" que es, en el fondo, un gran "sí": un "sí" al amor a Dios y a los hermanos.

El primer precepto: Amarás a Dios

Marcos 12, 28-34. Cuaresma. En esta Cuaresma, sigamos el camino de Cristo a su Pascua, de entrega, de amor total.

Del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34


En aquel tiempo, uno de los letrados se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos. Le dijo el escriba: Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

Oración introductoria

Hola, Jesús, aquí estoy para dialogar contigo. A mí me gusta estar a tu lado y agradarte. Y para hacerlo, quiero amarte más y vivir la caridad con mis próximos. Ya que Tú me pides que no sólo te ame a ti, sino que también ame a mi prójimo. Por eso, te doy las gracias, Jesús, amigo mío, porque me has hecho caer en la cuenta de la primacía que tiene el amor en mi vida: amor a ti y amor a mi prójimo. Sólo te pido que me enseñes a amar como Tú me has amado.

Petición

Enséñame a amar a mi prójimo y a tener una amistad con él, al igual que la tengo contigo.

Meditación del Papa Francisco

En esencia, con el "no está lejos", Jesús quería decirle al escriba: Sabes muy bien la teoría, pero todavía te falta una distancia hacia el Reino de Dios, es decir, debes caminar para transformar en realidad este mandamiento, ya que la confesión de Dios se hace en el camino de la vida. No basta decir: ´Pero yo creo en Dios, Dios es el único Dios´. Está bien, pero ¿cómo vives este camino de vida? Porque podemos decir: ´El Señor es el único Dios, solamente, no hay otro´, pero a la vez vivir como si Él no fuera el único Dios y tener otras deidades a nuestra disposición...
Es el peligro de la idolatría: la idolatría que llega a nosotros con el espíritu del mundo. Y Jesús, en esto, era claro: el espíritu del mundo, no. Y en la última Cena Jesús pide al Padre que nos defienda del espíritu del mundo, porque el espíritu del mundo nos lleva a la idolatría. La idolatría es sutil, tenemos nuestros ídolos ocultos y el camino de la vida para llegar, para no estar lejos del Reino de Dios, implica descubrir los ídolos ocultos.(Cf. S.S. Francisco, 6 de junio de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta). 

Reflexión

Gracias a la pregunta del letrado sabemos a cuál de las numerosas normas que tenían los judíos -tenían más de seiscientas- le daba más importancia Jesús. La respuesta no se hace esperar y responde claramente: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo".

No sin razón el Papa Benedicto XVI recalcó en sus mensajes para cuaresma la necesidad urgente de defender el derecho a la vida de los no nacidos, de los ancianos, de los enfermos y de todo hombre sobre esta tierra. Porque también ellos son nuestro prójimo y como tal debemos respetarlos y amarlos.

Por ello, vale la pena recordar que, antes de ir a comulgar se nos invita a dar la paz a los que tenemos al lado, como representantes de todos los que encontraremos a lo largo del día. Tomemos conciencia por tanto de que recibimos a Cristo, modelo de cómo hay que amar y darnos a nuestros hermanos. Modelo de cómo debemos entregarnos a los demás y ser pan partido para ellos.

La cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su Pascua. Y ese camino es de entrega, de amor total.

El Santo Padre nos ha mencionado que tenemos que llenarnos completamente del amor de Dios. Esto se puede lograr, ya que San Pablo nos da un gran ejemplo cuando dice: «No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí». Es verdad. Todos los que están con Jesús y saben amarlo al igual que al prójimo, pueden parecerse a Jesús, que siempre nos muestra un gran ejemplo de amor al Padre y a los demás. Por eso, en este día, Cristo nos quiere invitar a acercarnos más al Reino de los cielos sabiendo amarle por medio del prójimo.

Propósito

Hoy viviré la caridad con mi prójimo y rezaré un Padrenuestro por todos los que buscan ser amados por Dios para que Él los cuide.

Diálogo con Cristo

Señor Jesús, después de meditar a tu lado cómo puedo amarte a través de mi prójimo, te doy gracias por enseñarme a amar, sabiendo que no sólo necesito amar a aquella persona que menos quiero, sino que también puedo amar al que lo necesita.

"No basta con que digamos: Yo amo a Dios pero no amo a mi prójimo". (Madre Teresa de Calcuta)

jueves, 27 de marzo de 2014

¿Cómo estamos viviendo esta Cuaresma?


La tenemos en nuestras manos. No sabemos si habrá una próxima. Que no se nos escape ésta, la de este año, la de ahora. 


Estamos avanzando ya sobre el tiempo de cuaresma.

Es increíble con qué velocidad pasan los días y las horas. Las semanas apenas nos parecen empezarlas y ya nos encontramos en su final.

Pero aún es tiempo, si no lo hicimos en su comienzo, de dedicar un poco de atención a este tiempo cuaresmal.

Pronto diremos: "Ya llegó la Semana Santa, ¡qué rápido!" Pero ya dijimos, aún estamos a tiempo para prepararnos precisamente para esa Semana Santa.

Tal vez salgamos de vacaciones y eso nos puede distraer sobre el profundo significado que para nosotros los cristianos tienen esos días santos.

Por eso no desperdiciaremos este tiempo anterior a ellos para redoblar nuestras oraciones, para renovar nuestro espíritu tal con ejercicios espirituales en nuestra Parroquia o en algún lugar de retiro o simplemente en nuestra casa darle a este tiempo un valor especial unido a la oración y al sacrificio. Estos por pequeños que sean son muy valiosos, pues llevan además del amor a Dios, el fortalecer nuestra voluntad que ya de por sí suele ser demasiado débil.

El propio Cristo nos enseña cómo para prepararse a esos días de tremendos suplicios y al final su muerte, se retiró a orar.

Ayunó cuarenta días en el desierto y allí fue tentando por Satanás.

Nada le faltó a nuestro Redentor para ser semejante al hombre, solamente hubo una diferencia, Él sí estuvo libre de pecado pero padeció y asumió todos y cada uno de los pecados de la humanidad, esa humanidad que tanto amó y ama.

Y nosotros estando en este tiempo, próximos a la conmemoración de un Jueves Santo lleno de tristeza, de despedida, de un inconmensurable amor; noche de misterio y de entrega al quedarse para siempre, como alimento de nuestras almas en el Sacramento de la Eucaristía, de un Viernes Santo donde un hombre, que es Dios, padece las más terribles afrentas y torturas que ha conocido la naturaleza humana y por último una muerte de cruz, podemos corresponder a todo esto con una reflexión profunda y sobre todo con nuestro amor.

Pero no termina todo ahí. Llegará esa madrugada de resurrección. De vida, de triunfo sobre la muerte y por eso la cruz es el signo de nuestra victoria.

Cristo nos dio las primicias de la vida eterna derrotando a la muerte. Cristo vuelve para que sepamos que hay una vida que no termina y que nuestro final está en la Casa del Padre.

Por eso aún es tiempo.

Estamos viviendo esta cuaresma, la tenemos en nuestras manos. No sabemos si habrá una próxima. Que no se nos escape ésta, la de este año, la de ahora.

Vivámosla con entrega, con amor, con generosidad, pero sobre todo con oración, con mucha oración.

Nos hace tanta falta....

El poder sobre los demonios

Lucas 11, 14-23. Cuaresma. Si estamos con Cristo no tenemos nada que temer. 

Del santo Evangelio según san Lucas 11, 14-23

En aquel tiempo, Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios. Oros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?.. porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. 

Oración introductoria

Señor Jesús, gracias por estar siempre a mi lado. Contigo, no tengo nada que temer. Tú me has librado de las garras del maligno. Tu presencia me da paz y reconforta mi alma. Cada vez que miro una cruz, recuerdo que Tú me amas y que estás dispuesto a darlo todo por mí, por mi salvación y mi felicidad eterna.

Petición

Dios mío, concédeme la gracia de nunca olvidar que Tú eres todopoderoso, que ninguna creatura tiene poder sobre Ti aunque el mundo quiera presentarnos lo contrario. Yo quiero estar contigo y no contra Ti: ¡hazme fiel a tu amistad!

Meditación del Papa Francisco

Al leer este pasaje del evangelio, este y otros, dicen: "Pero, Jesús sanó a una persona de una enfermedad mental". Es cierto que en aquel momento se podía confundir una epilepsia con la posesión demoníaca; ¡pero también es cierto que era el diablo! Y no tenemos derecho a hacer tan simple la cosa, como para decir: "Todos estos no eran endemoniados; eran enfermos mentales". ¡No! La presencia del demonio está en la primera página de la Biblia y la Biblia termina con la presencia del diablo, con la victoria de Dios sobre el demonio. No hay que ser ingenuos.
El Señor nos da algunos criterios para "discernir" la presencia del mal y seguir en el camino cristiano cuando hay tentaciones [...]¡Hay que vigilar! Pero con tres criterios. No hay que confundir la verdad. Jesús lucha contra el diablo: el primer criterio. Segundo criterio: quien no está con Jesús, está en contra de Jesús. No hay actitudes en medio. Tercer criterio: la vigilancia en nuestro corazón, porque el diablo es astuto. ¡Nunca se aleja para siempre! Solo en el último día lo hará. (Cf. S.S. Francisco, 11 de octubre de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta). 

Reflexión

Pienso que nosotros, los cristianos, tenemos un gran regalo que debemos aprovechar: la presencia de Dios. Él nos acompaña a todas partes y su presencia nos da paz y fuerzas para seguir luchando para que el bien venza.

Sin embargo, ante el mal que vemos a nuestro alrededor se nos presenta una tentación: que supuestamente el mal es fuerte y puede vencer a Dios. Pero no es así. En el evangelio de hoy, Cristo nos demuestra que Él ha vencido al demonio y al pecado. Jesucristo quiere ser nuestra paz y nuestra gran esperanza. Sólo nos pide una cosa: que nos entreguemos totalmente a Él, que en nosotros no haya ningún rastro de maldad, que nos esforcemos conscientemente por ser hombres de bien, pero hombres completos. "El que no está conmigo, está contra mí".

Entreguémonos a Dios. Hoy es un día para revisar si hay algo en mí que no va de acuerdo con mi condición de católico. Dios quiere un reino fuerte y consolidado. Nos quiere muy unidos a Él. "Nunca se ha escuchado decir de un hombre que se entregó por entero a Dios y no fue plenamente feliz".

Propósito

Hoy rezaré un misterio de rosario, pidiendo por todas las personas que están en pecado para que se acerquen a Dios.

Diálogo con Cristo

Señor, recordando esta gran verdad, que Tú tienes poder sobre todas las creaturas, tomo conciencia del gran valor de mi vida de gracia. ¡Qué honor y dignidad tengo al ser hijo de Dios, hijo del Amo y Señor del Universo! Señor Jesús, concédeme la gracia de valorar y proteger nuestra amistad, y también de nunca perder la paz, porque Tú permites que todo suceda para mi bien.

Las puertas del infierno no prevalecerán sobre Ella. (Mt 16, 18
)

miércoles, 26 de marzo de 2014

Saber que Dios está con nosotros


Miércoles tercera semana Cuaresma. El Señor ha querido venir a nuestra vida, es una presencia viva. 


"Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley". Jesucristo cumple siempre lo que promete. El esfuerzo, el interés y la búsqueda que Cristo realiza en nuestra alma es algo que Él hace en todo momento. No pasará el cielo y la tierra sin que se cumpla lo que Dios nuestro Señor tiene planeado para cada uno de nosotros. Esto tiene que dar a cada uno de nuestros corazones una gran tranquilidad, una gran paz. Tiene que darnos la tranquilidad y la paz de quien sabe que Dios está apoyándole, de quien sabe que Dios está buscándole, de quien sabe que Dios está a su lado.

Hay veces que los caminos de nuestro Señor pueden ser difíciles de seguir. Cuántas veces nos preguntamos: ¿por qué el Señor nos lleva por este camino, por qué el Señor nos conduce por este sendero? Cristo vuelve a repetirnos que Él es la garantía. Su Palabra misma es la garantía de que efectivamente Él va a estar con nosotros: "No pasará el cielo y la tierra".

Cuántas veces, cuando nosotros vamos en el camino de nuestra existencia cristiana, podríamos encontrarnos con dudas y obscuridades. La Escritura habla del pueblo que está a punto de entrar a la tierra prometida, y en el momento en que va a entrar, Dios le vuelve a decir lo mismo: Yo voy a entrar contigo. Yo voy a estar contigo a través de los Mandamientos, a través de tu vida interior, a través de la iluminación.

Nosotros tenemos también que encontrar que Dios está con nosotros, que el Señor ha querido venir a nuestra vida, ha querido venir a nuestra alma, ha querido encontrarse con nosotros. Su presencia es una presencia viva. Y el testimonio espiritual de cada uno de nosotros habla clarísimamente de la presencia viva de Dios en nosotros, de la búsqueda que Dios ha hecho de nosotros, de cómo el Señor, de una forma o de otra, a través de los misteriosos caminos de su Providencia, nos ha ido acompañando, nos ha ido siguiendo. Si el Señor hubiera actuado como actuamos los hombres, ¡cuánto tiempo hace que estaríamos alejados de Él! Dios actúa buscándonos, Dios actúa estando presente, porque sus palabras no van a pasar.

¿Tengo yo esta confianza? ¿Mi alma, que en todo momento, de una forma o de otra, está iluminada por el Espíritu Santo para que cambie, para que se transforme, para que se convierta, está encontrando esa confianza en Dios, está poniendo a Cristo como garantía? ¿No nos estaremos poniendo a nosotros mismos como garantía de lo que Dios va a hacer en nuestra vida y que vemos muy claro lo que hay que cambiar, pero como garantía nos ponemos a nosotros mismos, con el riesgo -porque ya nos ha pasado muchas otras veces-, de volver a caer en la misma situación?

Aprendamos a ponernos en las manos de Dios. Aprendamos a confiar en la garantía que Cristo nos dé, pero, al mismo tiempo, aprendamos también a corresponder a nuestro Señor.

"El que quebranta uno de estos preceptos menores y los enseña así a los hombres, será el menor en el Reino de los Cielos". La responsabilidad de escuchar la Palabra de Dios hasta en las más pequeñas cosas, es una responsabilidad muy grande que el Señor ha querido depositar sobre nuestros hombros, dentro de nuestra concreta vocación cristiana. El Señor es muy claro y dice que no podemos darnos el lujo ni de quebrantar, ni de enseñar mal los preceptos, incluso los menores. Así como la garantía que Él nos da es una garantía de cara a la perfección cristiana, Él también quiere que nuestra correspondencia sea de cara a la perfección cristiana. El Señor nos llama a la perfección.

Vamos a pedirle al Señor que nos ayude a escucharlo, a tenerlo a nuestro lado, a tenerlo como garante de nuestros propósitos y de nuestras luchas. Pero, al mismo tiempo, vamos a pedirle que nos ayude a corresponder hasta en los preceptos menores. Que no haya nada que nos aparte del amor de Jesucristo. Que no haya nada que nos impida ser grandes en el Reino de los Cielos, que no es otra cosa sino tener en nuestra alma el amor vivo de nuestro Señor, de ser capaces de tenerlo siempre muy cerca a Él, y al mismo tiempo, de ser profundamente entregados a todo lo que Él nos va pidiendo.

No crean que he venido a abolir la Ley

Mateo 5, 17-19. Cuaresma. Todo bautizado está llamado a ser testigo y apóstol de Jesús. 
Del santo Evangelio según San Mateo 5, 17-19 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No crean que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los cumpla y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.

Oración Introductoria

Jesús mío, yo quiero ser tu testigo y tu apóstol. No puedo ser indiferente ante la necesidad de transmitir tu palabra a todo el mundo, y saber que muchas almas se pierden por falta de conocimiento de ti.

Petición

Te pido Señor, que grabes en mi mente y en mi corazón la urgente necesidad de predicar y transmitir tu palabra, y de esa manera hacer que todo el mundo te conozca y se salve.

Meditación del Papa Francisco

La ley del Espíritu nos lleva por el camino del discernimiento continuo para hacer la voluntad de Dios, también esto nos asusta. Cuando nos asalta este miedo corremos el riesgo de sucumbir a dos tentaciones. La primera es la de volver atrás porque no estamos seguros. Pero esto interrumpe el camino. Es la tentación del miedo a la libertad, del miedo al Espíritu Santo: el Espíritu Santo nos da miedo. Cuando la seguridad plena está en el Espíritu Santo que te conduce hacia adelante, que te da confianza y, como dice Pablo, es más exigente: en efecto, Jesús dice que "antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley". Por lo tanto es más exigente, incluso si no nos da la seguridad humana porque no podemos controlar al Espíritu Santo.
La segunda tentación es el "progresismo adolescente". No se trata de auténtico progreso: es una cultura que avanza, de la que no logramos desprendernos y de la cual tomamos las leyes y los valores que más nos gustan, como hacen precisamente los adolescentes. Al final, el riesgo que se corre es el de resbalar y salirse del camino. No podemos retroceder y deslizarnos fuera del camino. La ley es plena, siempre en continuidad, sin cortes: como la semilla que acaba en la flor, en el fruto. El camino es el de la libertad en el Espíritu Santo, que nos hace libres, en el discernimiento continuo sobre la voluntad de Dios, para seguir adelante por este camino, sin retroceder.(Cf. S.S. Francisco, 12 de junio de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta). 

Reflexión 

La fe que obtenemos por medio del Evangelio es un enorme tesoro que nos da el conocimiento de Cristo, y por él nos viene la vida. Sin embargo, es deber nuestro transmitir la Palabra que hemos recibido, de acuerdo con su mandato: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio". No podemos quedarnos solamente en la vivencia de su Palabra cuando hay tanta gente en este mundo que no le conoce. Así pues, todo bautizado está llamado a ser testigo y apóstol de Jesús.
Dios nunca se deja ganar en generosidad, y promete, a todo el que quiera ser su mensajero, ser grande en el Reino de los Cielos. No dejemos en nuestra vida pasar la oportunidad de ganar un premio que no se acaba, y que a fin de cuentas es el que gozaremos por toda la eternidad.

Propósito

Meditaré un pasaje del evangelio y lo compartiré con mi familia.

Dialogo con Cristo

Jesús, a ejemplo tuyo quiero ser portador de tu palabra, y me propongo no solamente cumplir con tus mandamientos, sino también transmitirte a todos, y en todo momento, por medio de la predicación y el testimonio.



También hoy, para ser en el mundo signo e instrumento de íntima unión con Dios y de unidad entre los hombres, los cristianos debemos basar nuestra vida en estos cuatro «ejes»: la vida fundada en la fe de los Apóstoles transmitida en la Tradición viva de la Iglesia, la comunión fraterna, la Eucaristía y la oración.(Benedicto XVI, 23 de enero de 2011).

martes, 25 de marzo de 2014

Y Dios pidió permiso para entrar

Dios, cada día, vuelve a pedir permiso para entrar. En tu vida, en la mía, en la de cada historia humana. 

La libertad humana es un don grande, muy grande. Tan grande que nos da algo de miedo. Tan grande que permite a Francisco de Asís el llegar a ser santo, y a Judas el traicionar al Maestro. Tan grande que Dios se detiene ante nuestra puerta, con respeto, cuando pide amor, cuando nos invita a la justicia, cuando nos enseña las bienaventuranzas, cuando nos recuerda los mandamientos.

Desde la libertad se construye la historia humana. Si le dejamos, si damos un sí generoso, Dios entra. Empieza entonces a caminar a nuestro lado, nos abre a horizontes de esperanza, nos salva. Sobre todo, nos enseña a amar, a trabajar por un mundo sin pecado, liberado de egoísmos y de injusticias. Pero sólo si le dejamos...

Hubo un sí grande, sublime, único, que marcó la historia humana, que encendió esperanzas, que permitió que la Vida se hiciese Camino y Verdad para los hombres. Un ángel, de parte de Dios, pidió permiso a una joven nazarena. Dios esperaba, sin amenazas, sin temblores, sin gritos, una respuesta. María, la doncella, abrió su corazón antes de abrir sus labios. Dijo, simplemente, humildemente, "hágase".

Ese "hágase" de la Virgen hizo que el mundo diese un vuelco. Los hombres, sin saberlo, comenzaron a vivir con un Dios humano. La Redención se hizo carne, llanto, pasos y palabra. La oveja perdida fue encontrada. El publicano y la prostituta encontraron a Alguien que les tendía una mano de consuelo. El enfermo, el ciego, el sordo, el mudo, tocaron el milagro.

Todo fue posible gracias a un sí libre, gracias a la Virgen nazarena. En su libertad, en su corazón, pronunció el "sí" más grande de la historia humana. En su sencillez, en su pobreza, permitió que el mundo tuviese el cielo muy a la mano. En su generosidad, en su grandeza, empezó a ser "bendita entre las mujeres".

Jesús, desde ese instante, puede ser nuestro. Gracias a Ella, a la Virgen, a María. Puede ser nuestro... si aprendemos a dar un sí, a decir "hágase". En la libertad, porque nadie nos obliga. Con amor, con confianza, con anhelos de justicia y de paz. Como lo hizo Ella, Virgen humilde, hermana nuestra, judía universal, Mujer que ha llegado a ser Madre de todos.

Dios, cada día, vuelve a pedir permiso para entrar. En tu vida, en la mía, en la de cada historia humana. Nos ofrece perdón y misericordia, esperanza y alegría. Nos invita a amar. Basta repetir, sencillamente, humildemente, atrevidamente, las mismas palabras de María: "He aquí un simple esclavo del Señor. Que se haga en mí lo que Dios quiera...".

La Anunciación de Jesús

Lucas 1, 26-38. Solemnidad de la Anunciación. La voluntad de María coincide con la voluntad del Hijo en el único proyecto de amor del Padre. 

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38 

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios. Dijo María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y el ángel dejándola se fue. 

Oración introductoria

Oh María, qué gran regalo nos ha hecho Jesús desde su cruz: en Ti tenemos una verdadera Madre que nos acompaña en este peregrinar por el mundo y guía nuestros pasos hasta el cielo. Por eso celebramos con júbilo la Pascua y, en este momento, pido tu intercesión para que esta oración aumente mi fe y sepa decir siempre «sí» al Señor.

Petición

Señor, dame tu gracia para que se haga tu voluntad en mi vida con la perfección, delicadeza y amor de María.

Meditación del Papa Francisco

La Virgen Inmaculada intercede por nosotros en el Cielo como una buena madre que cuida de sus hijos. Que María nos enseñe con su vida qué significa ser discípulo misionero. Cada vez que rezamos el Angelus, recordamos el evento que ha cambiado para siempre la historia de los hombres. Cuando el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser la Madre de Jesús, del Salvador, ella, aun sin comprender del todo el significado de aquella llamada, se fio de Dios y respondió: "Aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra".
Pero, ¿qué hizo inmediatamente después? Después de recibir la gracia de ser la Madre del Verbo encarnado, no se quedó con aquel regalo; se sintió responsable, y marchó, salió de su casa y se fue rápidamente a ayudar a su pariente Isabel, que tenía necesidad de ayuda; realizó un gesto de amor, de caridad y de servicio concreto, llevando a Jesús en su seno. Y este gesto lo hizo diligentemente. Queridos amigos, éste es nuestro modelo. La que ha recibido el don más precioso de parte de Dios, como primer gesto de respuesta se pone en camino para servir y llevar a Jesús. (S.S. Francisco, 28 de julio de 2013). .

Reflexión

Ante esta escena uno no sabría qué pensar, ¿cuál de los dos personajes se habrá maravillado más? Penetremos atrevidamente en los pensamientos del arcángel Gabriel para comprender desde otro punto de vista la enorme gracia concedida a la humanidad entera en este grandioso momento.

En efecto, estamos situados, -y es preciso decirlo despacio y como midiendo cada palabra -, en la plenitud de los tiempos. Parece que toda la creación dependía de este punto culminante. Y así es, sin ninguna exageración. En ese momento se encarna Dios Hombre en las entrañas de María. Y ante este misterio, ¿qué puede hacerse sino contemplar con nuestro corazón y sin palabras este misterio?

El arcángel, debía comunicar el sublime mensaje de la Encarnación del Verbo. Quizás habrá dicho: Voy a encontrar otra creatura de Dios, quiera o no, esclava del pecado de Adán y Eva. Era lógico. Todos los hombres nacían pecadores, nacían con el pecado original. Nada de común habría de encontrar en ella, salvo que habría de ser afortunadísima. Y hasta podríamos pensar que no conocía a fondo, con ser ángel, el misterio que comunicaría.

Y he aquí que cuando llega ante ella, ¡magnífico prodigio de la Mano Providente de Dios! Ni en el cielo había criatura tan brillante, tan pura, tan sublime como esa dulce mujer sencilla de pueblo. ¿Ella? Sí, Ella sería la Madre del Verbo. Qué bien ha hecho Dios todo se habrá dicho para sí, estremecido de su hermosura y pureza. Era la mejor Madre.

Probemos un poco también nosotros de este sobrecogimiento, de este estremecimiento ante el misterio, de verla tan pura y bendita, Ella, Nuestra Madre; y que sea Ella quien nos enseñe a amar a su Hijo, como la mejor de las madres.

Diálogo con Cristo

Señor, conocer lo que quieres y seguir tu voluntad es la alegría y el camino para dar plenitud a mi vida. Como María, no debo apegarme ciegamente a las propias ideas, sino que debo abrir el corazón para saber escucharte. Por el amor a tu santísima Madre, te suplico la gracia para serte fiel y perseverar en el cumplimiento de tu voluntad hasta el día de mi muerte.

Propósito

Rezar un rosario pidiendo a María su intercesión para crecer en mi fe y mi esperanza, a fin de aceptar con docilidad la voluntad de Dios. 

lunes, 24 de marzo de 2014

3ER VIERNES DE CUARESMA 2014 EX-CONVENTO

ACIVIDADES QUE REALIZA LA HERMANDAD TODO LOS VIERNES DE CUARESMA EN PREPARACIÓN A LA SEMANA SANTA











La Cuaresma nos ayuda a salir de las costumbres cansadas

Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica, conversión y apertura del corazón a los hermanos 


Queridos hermanos y hermanas,

Estamos en el camino cuaresmal que nos llevará al Triduo Pascual, recuerdo de la pasión, muerte y resurrección del Señor, corazón, centro, del misterio de nuestra salvación. La Cuaresma nos prepara a este momento tan importante, y por eso la Cuaresma es un tiempo "fuerte", un punto de inflexión que puede favorecer en cada uno de nosotros el cambio, la conversión. Todos nosotros necesitamos mejorar, cambiar a mejor, y la Cuaresma nos ayuda a salir de las costumbres cansadas y de la perezosa adicción al mal que nos insidia. En el tiempo cuaresmal, la Iglesia nos dirige dos importantes invitaciones: tomar conciencia más viva de la obra redentora de Cristo; vivir con mayor compromiso el propio Bautismo.

La conciencia de las maravillas que el Señor ha obrado por nuestra salvación dispone nuestra mente y nuestro corazón a una actitud de gratitud a Dios por lo que Él nos ha dado, por todo lo que realiza a favor de su Pueblo y de la entera el humanidad. Desde aquí comienza nuestra conversión: ésta es la respuesta agradecida al misterio estupendo del amor de Dios. Cuando nosotros vemos este amor que Dios tiene por nosotros, sentimos el deseo de acercarnos a Él y ésta es la conversión.

Vivir a fondo el Bautismo - aquí está la segunda invitación - significa no acostumbrarnos a las situaciones de degradación y miseria que nos encontramos caminando por las calles de nuestras ciudades y nuestros países. Existe el riesgo de aceptar pasivamente ciertos comportamientos y de no asombrarnos ante las tristes realidades que nos rodean. Nos acostumbramos a la violencia, como si se tratara de una noticia diaria asumida; nos acostumbramos a los hermanos y hermanas que duermen en la calle, que no tienen un techo donde refugiarse. Nos acostumbramos a los prófugos en busca de libertad y dignidad, que no son acogidos como se debería. Nos acostumbramos a vivir en una sociedad que pretende prescindir de Dios, en la que los padres ya no enseñan a sus hijos a orar ni a hacerse la señal de la cruz. Y yo os pregunto: vuestros hijos, vuestros niños, ¿saben hacerse el signo de la cruz? Pensad: ¿vuestros nietos saben hacerse el signo de la cruz? ¿Les habéis enseñado a hacerlo? Pensadlo y contestad en vuestro corazón. ¿Saben rezar el Padrenuestro? ¿Saben rezar a la Virgen con el Avemaría? Pensadlo y respondeos a vosotros mismos. ¡Este acostumbrarnos a comportamientos no cristianos y cómodos nos narcotiza el corazón!

La Cuaresma llega a nosotros como un tiempo providencial para cambiar de rumbo, para recuperar la capacidad de reaccionar frente a la realidad del mal que siempre nos desafía.

La Cuaresma se vive como un tiempo de conversión, de renovación personal y comunitaria mediante el acercamiento a Dios y la adhesión confiada al Evangelio. De este modo nos permite mirar con ojos nuevos a los hermanos y a sus necesidades.

Por esto la Cuaresma es un momento favorable para convertirse al amor a Dios y al prójimo; un amor que sepa hacer propio la actitud de gratuidad y de misericordia del Señor, el cual "se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza" (cfr. 2 Cor 8, 9). Meditando los misterios centrales de la fe, la pasión, la cruz y la resurrección de Cristo, nos daremos cuenta de que el don sin medida de la Redención se nos ha dado por la iniciativa gratuita de Dios.

Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica, conversión y apertura del corazón a los hermanos: estos son los elementos esenciales para vivir el tiempo de Cuaresma. 

En este camino, queremos invocar con particular confianza la protección y la ayuda de la Virgen María: que sea Ella, la primera creyente en Cristo, la que nos acompañe en los días de oración intensa y penitencia, para llegar a celebrar purificados y renovados en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo. 

Un día para ser generoso con Dios

Lucas 4, 24-30. Cuaresma. Ya se vislumbra el final del camino: la muerte en la cruz. Hagamos caso de las insistentes llamadas de Dios a la conversión. 

Del santo Evangelio según Lucas 4, 24-30


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria». «Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio». Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó. 

Oración introductoria

Señor Jesús, al comenzar esta breve conversación contigo, quisiera actuar mi fe en tus palabras; mi esperanza, en tus promesas, y mi caridad, en tu inmenso amor por mí. Gracias, Señor, por ser quien eres. Gracias por cómo me tratas. Gracias por ser mi más grande bienhechor. Gracias, en fin, por todo; porque todo lo que soy y tengo, es gracia tuya.

Petición

Señor, te ruego que abras mi corazón a tus palabras, y que por medio de ellas, me decida por fin a ser generoso contigo. No quiero ser como esos hombres a los que visitaste en tu aldea y no te reconocieron. Quiero ser como aquellos otros, que, viéndote escondido detrás de un manto, supieron identificarte con corazón limpio.

Meditación del Papa Benedicto XVI

Cita dos milagros cumplidos por los grandes profetas Elías y Eliseo a favor de personas no israelitas, para demostrar que a veces hay más fe fuera de Israel. A este punto la reacción es unánime: todos se levantan y lo echan fuera, y hasta tratan de lanzarlo a un precipicio, pero Él, con soberana tranquilidad, pasa en medio de la gente enfurecida y se va.
Aquí viene espontáneo preguntarse: ¿cómo así Jesús ha querido provocar esta fractura? Al inicio la gente se admiraba de él, y quizás habría podido obtener cierto consenso... pero justamente este es el punto: Jesús no ha venido para buscar el consenso de los hombres, sino - como dirá al final a Pilato - para "dar testimonio de la verdad". El verdadero profeta no obedece a nadie más que a Dios y se pone al servicio de la verdad, listo a responder personalmente. Es verdad que Jesús es el profeta del amor, pero también el amor tiene su verdad. Es más, amor y verdad son dos nombres de la misma realidad, dos nombres de Dios. (Benedicto XVI, 3 de febrero de 2013). 

Reflexión

El Señor nos muestra en el Evangelio la necedad de los hombres al escuchar la palabra de Dios. Jesús habla, en primer lugar, de dos extranjeros que recibieron la gracia de Dios: un leproso y una viuda. En ellos, están representados todos los leprosos, es decir, los pecadores, los que están infectados con la lepra del egoísmo, y por otra parte, nos muestra a la viuda, la figura del necesitado. A ambos, Dios presta su socorro, a ambos, los abraza con su inmenso amor.

Ahora, podemos preguntarnos por qué dice esto el Señor. ¿Qué encontró Jesús en su pueblo natal? ¿Incredulidad? Tal vez. ¿Soberbia? Quizás. Todo esto lo podemos suponer, pero lo que no podemos suponer es lo que se nos narra: ellos quisieron despeñarlo, lo quisieron matar. Jesús les reprochó el que no estuvieran abiertos a la acción de Dios, al divino amor que les tenía. Les recordó cómo hasta los extraños no eran ajenos a la caridad de Divina. Sin embargo, los nazarenos no estuvieron abiertos ni dispuestos para escuchar esas bellas palabras de Dios: Os amo.

Propósito

Hoy haré un acto de generosidad con aquella persona que me parece más antipática.

Diálogo con Cristo

Muchos leprosos y muchas viudas había en Israel; muchos pecadores y necesitados hay hoy en día en nuestro mundo, pero sólo visitaste y obraste, Señor, con los que se abrieron a tu amor. Yo convivo a diario contigo, Jesús; presencio cada día infinidad de tus milagros. No obstante, no quiero acostumbrarme a tu presencia y a tus milagros, no quiero tenerte como a un cualquiera. Por eso, te pido que abras, Jesús Bendito, mi corazón, y te ameré como nadie lo ha hecho jamás.

¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo! (Beato Juan Pablo II, 22 de octubre 1978)