sábado, 16 de julio de 2011

La Virgen del Carmen ...y el escapulario


El escapulario no salva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana.
Autor: Archidiócesis de Madrid | Fuente: Corazones.org
Los carmelitas tienen, entre otros, el mérito de haber llevado esta advocación mariana a todos los estratos del pueblo cristiano.

En el siglo XII algunos eremitas se retiraron al Monte Carmelo, con San Simón Stock.

La Virgen Santísima prometió a este santo un auxilio especial en la hora de la muerte a los miembros de la orden carmelitana y a cuantos participaran de su patrocinio llevando su santo escapulario.

Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.


La estrella del Mar y los Carmelitas.

Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.


Los Carmelitas y la Virgen del Carmen se difunden por Europa.

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos allí se venera. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.


¿Qué es el Escapulario carmelita?

Los seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos y también uniformes que nos identifican. Las comunidades religiosas llevan su hábito como signo de su consagración a Dios.

Los laicos no pueden llevar hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la santidad pueden usar el escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Se usa bajo la ropa. Junto con el rosario y la medalla milagrosa, el escapulario es uno de los mas importantes sacramentales marianos.

Dice San Alfonso Ligorio, doctor de la Iglesia: "Así como los hombres se enorgullecen de que otros usen su uniforme, así Nuestra Señora Madre María está satisfecha cuando sus servidores usan su escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros de la familia de la Madre de Dios."


El escapulario es un sacramental.

Un sacramental es un objeto religioso que la Iglesia haya aprobado como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado, incluso al venial.

El escapulario, al ser un sacramental, no nos comunica gracias como hacen los sacramentos. Las gracias nos vienen por nuestra respuesta de amor a Dios y de verdadera contrición del pecado, lo cual el sacramental debe motivar.


¿Cómo surgió el escapulario?

La palabra escapulario viene del Latín "scapulae" que significa "hombros". Originalmente era un vestido superpuesto que cae de los hombros y lo llevaban los monjes durante su trabajo. Con el tiempo se le dio el sentido de ser la cruz de cada día que, como discípulos de Cristo llevamos sobre nuestros hombros. Para los Carmelitas particularmente, pasó a expresar la dedicación especial a la Virgen Santísima y el deseo de imitar su vida de entrega a Cristo y a los demás.


La Virgen María entrega el escapulario el 16 de julio de 1251.

En el año 1246 nombraron a San Simón Stock general de la Orden Carmelita. Este comprendió que, sin una intervención de la Virgen, a la orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María poniendo la orden bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La flor del Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la protección para toda la comunidad.

En respuesta a esta ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la Virgen a San Simón Stock y le da el escapulario para la orden con la siguiente promesa:

"Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno"

Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron sintiendo el llamado de vivir una vida mas comprometida con la espiritualidad carmelita y así se comenzó la cofradía del escapulario, donde se agregaban muchos laicos por medio de la devoción a la Virgen y al uso del escapulario. La Iglesia ha extendido el privilegio del escapulario a los laicos.


Explicación de la Promesa:

Muchos Papas, santos como San Alfonso Ligorio, San Juan Bosco, San Claudio de la Colombiere, y San Pedro Poveda, tenían una especial devoción a la Virgen del Carmen y llevaban el escapulario. Santos y teólogos católicos han explicado que, según esta promesa, quien tenga la devoción al escapulario y lo use, recibirá de María Santísima a la hora de la muerte, la gracia de la perseverancia en el estado de gracia (sin pecado mortal) o la gracia de la contrición (arrepentimiento). Por parte del devoto, el escapulario es una señal de su compromiso a vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo perfecto de la Virgen Santísima.


El escapulario tiene 3 significados:

El amor y la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos.

Envolver en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos envuelve en su amor maternal. Nos hace suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra desnudes espiritual.

Vemos en la Biblia:

-Dios cubrió con un manto a Adán y Eva después de que pecaron. (manto - signo de perdón)

-Jonás le dio su manto a David: símbolo de amistad -Elías dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida.

-S. Pablo: revístanse de Cristo: vestirnos con el manto de sus virtudes.

Pertenencia a María: Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María.

Consagración: ´pertenecer a María´ es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo.

-En 1950 Papa Pío XII escribió acerca del escapulario: "que el escapulario sea tu signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente necesitando en estos tiempos tan peligrosos". Quien usa el escapulario debe ser consciente de su consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente en sus pensamientos, palabras y obras. Dice Jesús: "Cargad con mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera". (Mt 11:29). El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar, pero que María nos ayuda a llevar. El escapulario es un signo de nuestra identidad como cristianos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación, lo que exige que seamos pobres, castos y obedientes por amor.

Al usar el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de asistencia a la Madre, y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos, y nos está recordando que nuestra meta es el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden dice: "No lleguemos a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos...Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la Madre de la Misericordia."


El suave yugo de Cristo: "Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (Mt 11:29-30)

-El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar.

Quién lleva el escapulario debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que ese yugo le traiga.

Se debe vivir lo que significa

El escapulario es un signo de nuestra identidad como católicos, vinculados de íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente según nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación. Esto requiere que seamos pobres (un estilo de vida sencillo sin apegos materiales), castos y obedientes por amor a Dios.

En momentos de tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre, resueltos a ser fieles al Señor.

Ella nos dirige hacia el Sagrado Corazón de su Hijo Divino y el demonio es forzado a retroceder vencido.

Imposición del Escapulario:

El primer escapulario debe ser bendecido por un sacerdote e impuesto por él mientras dice:

"Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal y te lleve a la vida eterna"


¿Puede darse el escapulario a quien no es católico?

Sí. El escapulario es signo de la Maternidad Espiritual de María y debemos recordar que ella es madre de todos. Muchos milagros de conversión se han realizado en favor de buenos no-católicos que se han decidido a practicar la devoción al escapulario.


Conversiones.

Un anciano fue llevado al Hospital de San Simón Stock en la ciudad de Nueva York, inconsciente y moribundo. La enfermera al ver al paciente con el Escapulario Carmelita llamó a un sacerdote. Mientras rezada las oraciones por el moribundo, éste recobró el conocimiento y dijo: "Padre, yo no soy católico". "¿Entonces, ¿por qué está usando el Escapulario Carmelita?", preguntó el sacerdote. "He prometido a mis amigos usarlo", explicó el paciente. "Además rezo un Ave María diariamente." "Usted se está muriendo" replicó el sacerdote. "¿Quiere hacerse católico?" ´Toda mi vida lo he deseado", contestó el moribundo. Fue bautizado, recibió la Unción de los Enfermos antes de fallecer en paz.


Alerta contra abusos:

El escapulario NO salva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. Mons. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden Carmelita nos dice: "No lleguemos a la conclusión que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos... Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la ´omnipotencia suplicante´ de la madre de la misericordia."

Los Papas y Santos han muchas veces alertado acerca de no abusar de la promesa de nuestra madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El Papa Pío XI nos advierte: "aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor."

Vivir en pecado y usar el escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de presunción ya que la fe y la fidelidad a los mandamientos es necesaria para todos los que buscan el amor y la protección de Nuestra Señora.

San Claude de la Colombiere advierte: "Tu preguntas: ¿y si yo quisiera morir con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu escapulario."


Oración a la Virgen del Carmen

Súplica para tiempos difíciles

"Tengo mil dificultades:
ayúdame.
De los enemigos del alma:
sálvame.
En mis desaciertos:
ilumíname.
En mis dudas y penas:
confórtame.
En mis enfermedades:
fortaléceme.
Cuando me desprecien:
anímame.
En las tentaciones:
defiéndeme.
En horas difíciles:
consuélame.
Con tu corazón maternal:
ámame.
Con tu inmenso poder:
protégeme.
Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén."

No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante


San Mateo 12, 14-21. Tiempo Ordinario. Las cañas ya maltrechas, pueden ser nuestras almas frías por la rutina o dobladas por la inconsciencia o la tibieza.
Autor: H. Miguel Alejandro Velázquez Rocha | Fuente: Catholic.net

Evangelio


Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 12, 14-21

En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: «Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su nombre».

Oración introductoria

Señor, me pongo en tu presencia en este día. Tómame de las manos, Padre mío, y conduce mi alma en esta meditación y durante toda mi vida. Te agradezco tantas gracias que me has concedido sin yo merecerlas: mi vida, la fe, mi familia, tu amor y tu perdón. Por todo te doy gracias, Señor.

Petición

Señor, te pido que me ilumines para escucharte en esta meditación y así pueda acercarme más a ti.

Reflexión

El Evangelio de hoy nos muestra la misericordia y la bondad de Dios.

«No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su nombre».

Cuando vemos algo a punto de romperse, con frecuencia lo terminamos de romper o simplemente lo desechamos de inmediato. Dios no es así, Él es misericordioso. Las cañas ya maltrechas o las mechas casi extintas, pueden ser nuestras almas frías por la rutina o dobladas por la inconsciencia, la tibieza o el pecado. Más Él no termina de romper, apagar y desechar nuestras almas, sino que espera. Aún más, ¡cuántas veces nos rehace y enciende de nuevo! Porque Él mismo dijo: «No vengo a condenar sino a dar la salvación». No condena sino que espera el momento de nuestra conversión, porque nos ama y porque su misericordia es eterna.

Lo que Cristo desea es que regresemos. Por eso aguarda con amor a que volvamos a Él para encender la llama de su amor en nuestro corazón.

Reflexión apostólica

«Este es mi servidor». Evidentemente estas palabras se refieren a Jesús. No obstante, el Padre nos dice a cada uno: «Este es mi servidor quien pregonará por toda la tierra mi amor y misericordia».

Por el bautismo, cada cristiano es constituido mensajero de la Buena Nueva, el Evangelio. A nosotros nos corresponde ayudar a otros a fijar sus ojos en el Señor y que su reino llegue a todos los confines de la tierra.

Propósito

Hoy daré testimonio de mi fe en Cristo siendo amable con todos los que trate.

Diálogo con Cristo

Padre mío, te amo. ¿Qué más puedo esperar de ti si eres tan bueno y misericordioso? Mi corazón se ensancha de alegría cada vez que pienso cuánto me amas, Señor.

Ayúdame a ser testimonio elocuente de tu amor en el mundo. Que solo tu amor me llene, que solo tu amor me sacie. Te amo, Señor, por el don inmerecido de tu amor.


«No está el amor de Dios en tener lágrimas ni estos gustos ni ternura, sino en servir con justicia y fortaleza de ánimo y humildad» (Sta. Teresa de Jesús).

viernes, 15 de julio de 2011

Oraciones poderosas...a la escucha del Espíritu


En la oración, el Espíritu Santo es el protagonista principal, es Él quien ora en nosotros. Por eso, necesitamos recibirle en nuestra casa.
Autor: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com

Hay tormenta en Roma. En el alféizar de mi ventana tengo una concha y una piedra. La concha está abierta, la piedra cerrada. Al lado hay un canal por donde escurre el agua, va de paso. La concha acoge el agua, a la piedra le resbala, el canal recibe el agua pero la deja escapar.

Cuando alguien ama, espera que su amor encuentre acogida, como el agua en la concha. El rechazo del amor es cosa muy penosa. La hospitalidad es la cualidad de acoger con bondad al huésped por parte del anfitrión. Se aplica normalmente a las recepciones, fiestas, visitas, convenciones, hoteles... Pero la más hermosa, y también la más sincera, es la hospitalidad dictada por la amistad, por el amor, cuando la visita es anhelada y se ha preparado con cuidado, con tiempo, al detalle. Creo que todo ello también puede aplicarse a la relación con el Espíritu Santo, como huésped del alma.

Acogida

En mi vida sacerdotal he conocido a muchas personas y familias que se han convertido en amigos verdaderos. Los encuentros se desarrollan en un clima familiar y de amistad sincera. Te acogen y te sientes querido. Aunque sabes que no lo mereces, lo agradeces. Eso es lo que el Espíritu Santo espera de nosotros: acogida.
Y también he tenido grandes y duras lecciones acerca de que lo que se espera de mí es que sepa escuchar, y esto no sólo con las personas sino principalmente con el Espíritu Santo. En pocas palabras, que no sea egoísta. (A veces se dan diálogos entre egoístas, como decía Jean Cocteau: “un egoísta es aquel sujeto que se empeña en hablarte de sí mismo cuando tú te estás muriendo de ganas de hablar de ti”.)

En la oración, el Espíritu Santo es el protagonista principal, es Él quien ora en nosotros. Por eso, necesitamos recibirle en nuestra casa. Jesús nos dijo: "Os conviene que yo me vaya, porque si no el Espíritu Santo no vendrá a vosotros" (Jn 16, 7) La oración es poderosa en la medida en que demos acogida al Espíritu Santo. El quiere venir e impregnarnos de su presencia:“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.” (Ap 3, 20) Cuando llegue, es importante que no se sienta como un extraño, como alguien a quien se ignora o que no es bien recibido, sino que se sienta en casa, buscado, esperado y querido.

“Es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón.” (Heb 4,12) El Espíritu Santo está esperando que le demos espacio para mostrar su misericordia, toca a la puerta de nuestras vidas con insistencia y nos dice: “Prestad oído, cielos, que hablo yo, escuche la tierra las palabras de mi boca. Como lluvia se derrame mi doctrina, caiga como rocío mi palabra, como blanda lluvia sobre la hierba verde, como aguacero sobre el césped.” (Deut 32, 1-2)

Apertura

En el arte paleocristiano un tema iconográfico de los más frecuentes es el del orante que representa a un hombre con los brazos abiertos y alzados. Cuando rezas, más que darle y decirle cosas a Dios, le estás dando cabida en tu vida, le estás ofreciendo hospitalidad; le estás esperando “con los brazos abiertos”. Esta es una actitud fundamental para que la oración sea fecunda: la actitud propia de todo encuentro amistoso.

El comportamiento que el Espíritu Santo espera de nosotros es como el de la tierra reseca ante las nubes cargadas de agua. Oración es apertura y por tanto receptividad. Es un sentir necesidad apremiante de su presencia, por tanto un querer encontrarlo y seguir esperándolo incluso cuando me parece que se retrasa. Cuanto más lo desee, más voy a disfrutar el encuentro. Invitarlo, acogerlo, agasajarlo, como un huésped se merece y como corresponde a un buen anfitrión. Que de nosotros nunca se diga: “Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron” (Jn 1, 11)

Actitud de escucha

Algunos actos concretos que pueden ayudar a crecer en la actitud de escucha:

Cultivar la vida de gracia por la confesión y la recepción frecuente de la Eucaristía. Comenzar la meditación con la invocación al Espíritu Santo , dicha con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas: ¡Ven Espíritu Santo! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu creador. Y renovarás la faz de la tierra. (etc.) A lo largo de la meditación pedirle con insistencia: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Sam, 3, 1-11), o dirigirle esa oración de Salomón que agradó tanto a Dios: “Dame, Señor, un corazón que escucha” (1 Re, 3, 9) Creo que esta es una oración especialmente poderosa. Estar atentos a descubrir cuando el mero recitar nuestras oraciones y rezos no nos ayuda a aumentar la profundidad del encuentro con Dios en la oración. Que en nuestra vida de oración el acento esté en la actitud de escucha, la receptividad, la apertura, y no en aplicar un método o en pronunciar una fórmula. Antes de tomar decisiones, darnos tiempo para llevar el tema a la oración: “Señor, ¿qué quieres que haga?”. Podemos usar también las humildes palabras de santa Teresa de Jesús: “Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?” En las cosas ordinarias, preguntarse: ¿qué hubiera hecho Jesús? ¿cómo se hubiera comportado? Y buscar respuesta en la Escritura. Acudir al propio director espiritual para pedir consejo, confiando en que Dios me hablará a través de sus instrumentos y ministros. Mantenerse atento durante la jornada para descubrir signos a través de los cuales Dios pueda estarse revelando y enviándome un mensaje, expresándome Su sentir, Su pensar, Su querer divino, manifestándome su presencia. “¡Así pues, está Dios en este lugar y yo no lo sabía!” (Gen 28,16) Esta del que escucha puede ayudar

Oraciones poderosas

Oraciones poderosas son las del orante lleno del Espíritu. Él pone su persona y el Espíritu Santo lo impregna y lo eleva desde dentro con su poder. La Virgen María da prueba de la fecundidad de esta sinergia. Ella dijo: "hágase" y el Espíritu Santo transformó todo lo que ella le dio y la convirtió en la Madre de Dios. El poder de la oración está en el Espíritu.

El fruto de mi apertura será la gracia de vivir la experiencia de ser amado por Dios. Y una oración así es una oración poderosa

Yo quiero misericordia y no sacrificios


Mateo 12, 1-8. Tiempo Ordinario. Jesús, soy tu instrumento; úsame para saciar el hambre y sed de tantas almas alejadas de ti.
Autor: H. Stefan Wise | Fuente: Catholic.net

Evangelio


Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8

En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: «Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado». Pero él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: “Yo quiero misericordia y no sacrificios”, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado».

Oración introductoria

Jesús, tú me conoces muy bien; sabes que no soy digno de estar en tu presencia, pero quiero pasar unos minutos contigo. En esta meditación, ayúdame a acercarme más a ti, a conocerte más y ser más como tú. Pongo en tus manos a todas las almas que me has encomendado.

Petición

Jesús, soy tu instrumento; úsame para saciar el hambre y sed de tantas almas alejadas de ti.

Meditación

Jesús en este evangelio nos invita a fijar la mirada en una realidad impresionante: el hambre. Pero no es el hambre que sentimos después de un largo día de trabajo o después practicar un deporte durante varias horas. Se trata del hambre que mucha gente no reconoce: la felicidad. Cuántos de nosotros deseamos una vida más profunda. Tenemos hambre de Dios porque él nos creó para sí mismo. Quisiéramos amar más y ser más amados. Quisiéramos ser más felices y ver a los demás felices.

Jesús mismo es el secreto de nuestra felicidad: él nos sacia. Es el pan que sacia un hambre espiritual que percibimos con poca facilidad. Cuando estamos con él, cuando pensamos en él, cuando lo amamos con actos concretos de amor, entonces nuestra vida tiene sentido y es cuando estamos alegres.

Reflexión Apostólica

Cuando los fariseos juzgan a los discípulos de Jesús, sale a su encuentro y les defiende. «Yo quiero misericordia y no sacrificios». Hay tantas almas que no conocen a Jesús, quieren algo más en su vida, sufren porque no saben de dónde vienen ni a dónde van. Cuántas almas podemos ayudar simplemente dando testimonio de la vida que llevamos, de nuestra alegría, nuestra sonrisa o nuestros actos de caridad.

Propósito

Encomendaré en un momento de silencio a mis conocidos que están alejados de la fe.

Diálogo con Cristo

Señor, gracias por ser mi amigo, pero este don es demasiado grande para mí. Quiero compartirlo con todos mis conocidos. Eres el sentido de mi vida, un sentido que quiero entregar a mis amigos. Soy verdaderamente feliz; quiero dar testimonio de mi alegría a mis familiares. Poseo la felicidad duradera; daré una sonrisa a todos los que están tristes. Tú sacias mi hambre; sacia el hambre de mis almas.


«Los grandes éxitos de la técnica y de la ciencia, que han mejorado notablemente las condiciones de vida de la humanidad, no ofrecen soluciones a las preguntas más profundas del espíritu humano. Sólo la apertura al misterio de Dios, que es Amor, puede saciar la sed de verdad y de felicidad de nuestro corazón» (Benedicto XVI).

jueves, 14 de julio de 2011

En la misa Jesús, estás vivo y presente


Es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa y te levantamos nuestro corazón.
Autor: Ma. Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Cuando estoy en tu presencia, Jesús Sacramentado, pienso con dolor: ¿Cómo no apreciamos este Misterio de amor donde te quedaste para ser nuestro confidente y nuestro alimento? ¡Qué frío es nuestro corazón!

Nos decimos católicos pero tampoco meditamos en tu entrega al Padre la noche del Jueves Santo al instituir la Sagrada Eucaristía. Nos parece que fue ya hace muchos años, sin embargo vuelve a suceder todos los días, a toda hora en el mundo entero, siempre que se esté celebrando la Santa Misa. En ella Tu vuelves a inmolarte, a ofrecerte al Padre por todos y cada uno de nosotros... de la misma manera que lo hiciste por primera vez. No nos detenemos a pensar ni un momento en la grandiosidad del valor de una Misa. Y de una manera simple y tranquila dejamos el cumplimiento al tercer Mandamiento de la Ley de Dios, que creo yo, proviene de la falta de preparación que tenemos los católicos respecto a lo que en sí es la Santa Misa.

Por cualquier motivo: paseo, fútbol, gusto por quedarse en casa cómodamente en "pants" y pantuflas, por unas visitas... porque el domingo "es para descansar"... y no salir para nada, en fin, porque "no me late", porque si no "siento un verdadero deseo de ir a la Iglesia... ¿para qué voy?"... y así podríamos llenar páginas enteras con mil y variados pretextos, que a nuestro modo de ver, son tan solo la consecuencia de no saber con plena conciencia que la Misa es lo más grande y hermoso que tenemos los católicos.

Que participar en ella es estar Contigo, vivo y presente, tal como estuviste en el tiempo en que habitaste entre nosotros.

¿Dónde está nuestra fe? ¿Es que hemos llegado a creer que ya no necesitamos estar presentes, dar testimonio, a nuestros hijos, a nuestros familiares y amigos de que somos cumplidores de los Mandamientos de la Ley de Dios y acudir a la Iglesia para orar y tanto a pedirte perdón como darte gracias a Dios por tanto beneficio que de Ti recibimos con nuestro cumplimiento y alabanza?... No basta con ser buenas personas y tratar de hacer el bien a nuestros semejantes... pues igual que no basta la fe para salvarse sin caridad y buenas obras, así no bastan las buenas obras sin fe y sin oración.

A parte de que no asistir a Misa los Domingos (que es el día del Señor) y días "indicados" de fiesta, es pecado grave, es saber que es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa te levantamos nuestro corazón.

Señor mío, mi Jesús... pensando todas esta cosas que si a mi me dan pena....para Ti han de ser de un gran dolor pues pareciera que no tenemos ningún interés por conocerte mejor, indiferencia hacia tanto amor y absoluto desdén hacia lo es realmente la misa.

Señor, ya no más tibieza...tenemos que encender nuestro corazón para ir con amor y espíritu de agradecimiento a la Iglesia, a tu Casa, Señor, a participar en la Santa Misa (no a papar moscas y a ponernos "palomita" porque.....¡ya cumplimos!) para alimentarnos con tu Cuerpo y tu Sangre y pronto veremos cómo florece la Vida de la Gracia en nuestros corazones y en todos los actos de nuestra vida.


Busquemos con la lectura, formación y preparación lo que nos hace falta saber sobre lo que realmente es la Santa Misa, nos vamos a admirar de su contenido y valor. No lo dejemos pasar si realmente queremos saber lo QUE ESA MEDIA HORA REPRESENTA EN NUESTRA VIDA .

Mi yugo es suave y mi carga ligera


Mateo 11, 28-30. Tiempo Ordinario. Si buscas un lugar a donde ir, sigue a Cristo, porque él es la verdad. Si buscas un lugar donde descansar, está con Cristo, porque él es la vida.
Autor: P. Francisco Javier Arriola, LC | Fuente: Catholic.net
Evangelio

Lectura del Evangelio según san Mateo 11, 28-30

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.


Oración Introductoria

Señor, Dios de Misericordia, vengo a Ti para encontrar el descanso de mi alma. Recíbeme en tu Corazón divino que has abierto para que descansemos en Él. Vengo a presentarte mis deficiencias y errores, pero aun siendo mis miserias las que te traigo, transfórmalas tú en signo de humildad y en un deseo ardiente de ti que nunca se apague.

Petición

Jesús mío, concédeme reconocer mi miseria y mi cansancio, para que recurra sólo a Ti, que eres fuente de Gracia y de perdón. Haz que te busque a Ti y que seas sólo Tú mi quieto Rincón de descanso y consuelo durante mi jornada.

Meditación

El ser humano busca siempre la felicidad, y todos lo experimentamos cada día porque verdaderamente deseamos ser felices. Pero en esta búsqueda nos cansamos fácilmente, sobre todo cuando no vemos ningún resultado satisfactorio y convincente. En este mundo difícilmente encontraremos algo que llene plena y definitivamente nuestras ansias de felicidad, porque el corazón Dios nos lo ha hecho a la medida de Él, y sólo Él lo podrá satisfacer perpetuamente.

Él nos conoce muy bien y sabe lo que llevamos en nuestro interior (cfr 1Jn 3, 20), sabe de sobra nuestras limitaciones y cansancios, nuestras flaquezas y debilidades. Por eso nos ofrece un lugar para descansar y recobrar fuerzas para seguir luchando mientras dure esta vida. Ese lugar, el mejor del mundo es Él mismo, Dios, el Omnipotente y Creador, que se hace refrigerio y alivio para sus creaturas. Muchas veces nos hemos sentido cansados, agobiados, saturados y a punto de explotar, pero ¿cuántas veces hemos ido a descansar en los brazos de Dios? ¿Cuántas veces hemos ido a encontrar refugio, consuelo y fuerzas en el Corazón de Cristo? Pero no sólo espiritualmente, sino también físicamente, porque Él nos ha dado su palabra, y Él nunca ha defraudado a nadie que se haya acercado buscando la paz que nos ha prometido.

Pero al mismo tiempo que nos restaura las fuerzas, nos deja la enseñanza que a veces más nos cuesta recordar: imitarlo a Él que es manso y humilde de corazón. ¿Por qué el Señor nos dice que encontraremos descanso cargando su yugo? Porque Él no piensa ni actúa como nosotros queremos, sino como nosotros necesitamos, porque el yugo suave es el perdón y es nuestro deber de imitar su humildad y su bondad. Si supiéramos que es Él quien lleva nuestras cargas, nuestras penas, nos quejaríamos menos y agradeceríamos más, pues si por nosotros fuera ¿qué merecemos realmente?

Reflexión Apostólica

¿Por qué estamos cansados? ¿Qué nos agobia? Lo que más nos puede cansar en nuestra vida son nuestras mismas limitaciones, pero lo que nos esclaviza es el pecado. El ser humano lleva siempre su cruz a cuestas, pero nosotros mismos la hacemos más pesada cuando le añadimos el fardo del pecado, nuestro propio pecado. San Agustín dice al respecto que el trabajar por Cristo no es cansarse, sino encontrar reposo, porque el mejor trabajo que alivia al hombre es el del amor, el de la caridad.

San Gregorio Magno una vez escribió que lo que más puede hacer infeliz nuestra vida es el querer someternos a la corruptibilidad de las cosas materiales, de las cosas y seres que perecen y no a Dios. Nos atormenta la necesidad de tener cosas y luego el temor de perderlas. Con el Señor no es así, pues el acudir a Él significa librarnos de yugo de la muerte para tomar el yugo de la vida de Jesús, del ejemplo de humildad y mansedumbre que debe adornar a todo cristiano.

El encontrar descanso en Cristo implica también ayudar a otros a encontrarlo. Cristo no invita a algunos a acercarse a Él, sino que dice “venid todos los que estáis fatigados”, y todos nos encontramos así, por eso hay que invitar a otros a acercarse al Corazón dulcísimo de Jesús, donde encontrarán la paz.

Propósito

Buscaré unos minutos de oración al final del día para poner en manos de Cristo mis trabajos y preocupaciones y para pedirle la paz del corazón y el descanso para mí y para todas las personas que me rodean.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, por querer darme consuelo. No te basta quererme dar el perdón a mis muchas ofensas, sino que también me ofreces alivio, paz, serenidad, descanso y consuelo. No hay nadie tan afortunado que no necesite estas gracias de Ti, por eso no rechazo tu oferta, sino que la acepto con corazón agradecido. No te canses, Señor, de buscarnos ni de darnos el consuelo que buscamos, porque solos no podríamos ni sobrevivir un instante ante las vicisitudes de esta vida. Concédenos poder llegar un día a disfrutar del consuelo eterno contigo en el cielo.


«Si buscas un lugar a donde ir, sigue a Cristo, porque él es la verdad (...). Si buscas un lugar donde descansar, está con Cristo, porque él es la vida. (...) Así pues, sigue a Cristo si quieres estar seguro. No te podrás extraviar, porque él es el camino».
(Discurso del Santo Padre Juan Pablo II durante la visita a la universidad romana
«Tor Vergata» en el XV aniversario de su fundación)

miércoles, 13 de julio de 2011

Qué dijo Benedicto XVI en la Misa de Beatificación de Juan Pablo II


El Papa nos recuerda que la fe es el primer don que el Señor puede concedernos y un gran amor por la Madre de Jesús.
Autor: Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net


En la homilia de la Misa de Beatificación de Juan Pablo II, nos encontramos con dos personajes que van casi indisolublemente unidos, María la Madre del Señor y Juan Pablo II.

Juan Pablo II fue beatificado en el primer día del mes de Mayo, día también de San José obrero. El Papa nos recuerda que la fe es el primer don que el Señor puede concedernos, y sobre todo a los que han sido puestos para confirmar precisamente en la fe a sus hermanos, los sumos pontífices, de los cuales en ese día era consagrado como Beato, todo para edificación de la Iglesia santa de Dios. “Juan Pablo II es consagrado Beato por su fe, fuerte, generosa, apostólica”.

Desde sus inicios como sacerdote y luego como obispo, se distinguió precisamente por su fe, inquebrantable frente a insospechados ataques en su propia patria a lo que ha sido el sostén del vigoroso pueblo polaco, su fe en Dios y su gran devoción a la Madre de Dios. Y cuando pontífice, Juan Pablo II tuvo siempre como guía y protectora a María, que fue llamada por Isabel “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”, y desde entonces María no tuvo otro empeño que acompañar al Hijo que se le había confiado, y después de su muerte y resurrección, ella fue encargada por el mismo Cristo de cuidar, atender y alentar la fe de sus hermanos los apóstoles una vez que él se hubiera ido a su Padre Celestial.

El Papa dice que aunque no se refiere una aparición expresa a María después de la Resurrección de su Hijo, su figura se esconde en cada una de las circunstancias que rodearon la muerte y la resurrección de su Hijo. Así la vemos en lo alto de la cruz, y después aparece con los Apóstoles el mismo día de Pentecostés.

Ella fue siempre su inspiración. A todos les consta que el Papa nunca soltaba el Rosario de su mano, y ya en su escudo episcopal y luego como Pontífice hizo aparecer a María en lugar central: “una cruz de oro, una “eme” abajo, a la derecha, y el lema: “Totus tuus” inspirado en San Luis María Grignion de Monfort: “Soy todo tuyo y todo cuanto tengo es tuyo, tú eres mi todo, oh María, préstame tu corazón”.

Siguiendo el ejemplo del Papa Beato, tengamos una gran veneración por la Madre de Jesús. Ella nos acercará al corazón de su Hijo y nos sentiremos también cobijados por la guía del Espíritu Santo que iluminó a María para que velara por los intereses de su Hijo en vida mortal y luego por los de su Cuerpo Místico, en los primeros días de la Iglesia naciente hasta nuestros días. Bendita tú oh María que fuiste inspiración del nuevo Beato.

Nadie conoce al Padre sino el Hijo


Mateo 11, 25-27. Tiempo Ordinario. Cristo va sólo a los humildes, porque sólo estos se pueden llenar de Él, están vacíos de sí y llenos de Dios.
Autor: Pablo Lorenzo-Penalva | Fuente: Catholic.net
Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-27

En esa oportunidad, Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Oración introductoria

Gracias, Señor, Padre bueno. Que aprenda a agradecer mis malestares, mis dificultades económicas, físicas, familiares, etc. Ppara así poder cargar con la cruz, hecha a mi medida, que Dios me ha regalado.

Petición

Humildad, Señor, humildad, para así poderte ver mejor.

Meditación

En el Evangelio de ayer, veíamos a un Cristo que reprende, no por el simple hecho de disfrutar corrigiendo; sino por amor. Me gustaría traer a colación, un dicho castellano: “quien bien te quiere te hará llorar”. Así es Cristo, este gran personaje histórico que, a pesar de ya haber pasado una montonelamontonera de lustros, sigue vivo en nuestro corazón.

Pero bien, ¿qué nos dice el Evangelio de hoy? Vemos que lo primero que hace Cristo, es agradecer al Padre. ¿Por qué tengo que estar cargando siempre una cruz, a la que a veces le da por jugar al escondite? ¡Ojala fuese más a menudo! Él nos la da, porque sabe que nuestra salvación radica en la imitación de su Hijo, que muere por la remisión de nuestros pecados, en cada elevación de la Sagrada Forma y de Su Santa Sangre. ¡Estamos llamados a ser como Cristo! Esta oportunidad se me presenta cada dos por tres.

No me gustaría acabar, sin antes mencionar a nuestra Madre, María. Lo más seguro, es que Ella oía en su morada de oración, las andanzas apostólicas de Su Hijo, que luego pasaron a ser muy cercanas en el camino hacia la cruz. Cristo va sólo a los humildes, porque sólo estos; -y de ello, son un gran ejemplo los santos y santas de Dios;- se pueden llenar de Él. ¿Por qué? Pues, porque están vacíos de sí y llenos de Dios.

Reflexión apostólica

Estamos llamados a ser como Cristo. Ésta oportunidad se me presenta cada dos por tres a cada momento. Si no cargamos y consolamos a la Iglesia doliente, ¿Quién lo hará por nosotros? Más aún, no sólo hay que consolar, sino construir día a día un ambiente de paz, de amor, de comprensión y de perdón en una sociedad sedienta de sentido, sedienta de Dios. Para que el Señor pueda revelarse al mundo, necesita que nosotros seamos sencillos y humildes para cumplir su Voluntad. Humildad que no es servilismo, pues la humildad viene siempre acompañada de justicia, paz y verdad. A nosotros nos toca ser las manos y el rostro de Cristo. ¡Qué responsabilidad tan grande! Ser miembros de Cristo es aprender a vivir como él, dar testimonio de una vida recta como la de Él, y ¿por qué no? llegar a dar la vida por Él, como Jesús la dio por cada uno de nosotros.

Propósito

Que aproveche toda ocasión para hablar de Ti, Señor, y así compartir lo que Tú me has dado.

Diálogo con Cristo

Tú sabes, Señor, que muchas veces no te agradezco lo que Tú me das. Tengo que aprender a agradecer la mano providente que me sostiene día y noche y me lo da todo. ¡Sin Ti no soy nada! Que me acostumbre a ver todo como gracia tuya.

¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo» “Abran sus puertas a Cristo.” (Benedicto XVI, al inicio de su Pontificado).

martes, 12 de julio de 2011

Pange lingua



Autor: Santo Tomás de Aquino
1. Canta, lengua el Misterio
del Cuerpo Glorioso
y de la Sangre Preciosa
que como precio del mundo
fruto de un vientre generoso,
el Rey envió a los hombres.
2. A nosotros dado, para nosotros nacido
de una Virgen intacta,
recorriendo el mundo,
esparcida la semilla del Verbo,
viviendo un tiempo entre los suyos
finalizó [el orden anterior] de admirable modo:
3. En la suprema noche de la cena
reunido con sus hermanos
observada la totalidad de la Ley:
con la comida en forma legal,
se dio por sus manos
como alimento a los Doce.
4. La palabra es carne: al pan
con la palabra convierte en verdadera carne,
y hace el puro vino de la Sangre de Cristo.
Y si los sentidos no alcanzan
para afirmarlo el corazón sincero
es suficiente la sola fe.

El Dios en quien no creo


Los que no oyen a Cristo, los que sienten indiferencia por Él, no son malos, simplemente, no lo conocen.
Autor: P. Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net

Mucha gente dice, o por lo menos piensa, algo como esto: "Soy cristiano, pero ni Cristo ni el Cristianismo me llenan, creo que no me dan lo que necesito, esa religión no da sentido a mi vida, no me resuelve los problemas, no me hace feliz. Se me hacen tan pesados, aburridos e ininteligibles sus rezos, sus misas, sus sermones, tan tétricos sus confesionarios. El Dios de los cristianos es algo tan lejano, etéreo, tan inflexible en sus mandamientos y castigos y los cristianos seres tan aburridos, tan tristes, tan iguales a los otros, que para ser como ellos, yo prefiero cualquier otra cosa".

Estoy de acuerdo contigo. Si Cristo es un aburrido, un aguafiestas, un tipo tan exigente y poco simpático, yo tampoco lo quiero. Si la religión católica no es capaz de dar un sentido a mi vida, no da respuesta a mis dudas y problemas, si no me hace feliz, no me interesa. Yo no soy cristiano para dedicar mi vida a un Cristo de cartón, incapaz de hacerme feliz. Pero Cristo no es aburrido. El sí convence, el cristianismo sí da solución a los problemas, a todos los problemas, y sobre todo hace felices, muy felices a los hombres.

Cristo es la felicidad de los hombres, y puede por lo tanto ser también la tuya. ¿Dónde está el secreto? Esta frase lo puede indicar: "Aunque Cristo naciese mil veces en Belén, si no nace en ti seguirás eternamente perdido".
Dicho de otra manera: hay que conocerlo, conocer al Cristo verdadero. Pero Cristo no se da regalado. Vale mucho, demasiado, y hay que luchar por merecerlo.Yo podría decirte, pero de memoria, que Cristo es el camino, la verdad y la vida. Que es tu salvación, que es la persona que tiene en su mano el secreto de tu felicidad, que es la persona que más te quiere del mundo, pero prefiero que no te lo digan de memoria, sino con su experiencia otros.

Tomemos cuatro ejemplos. El primero es Agustín de Tabaste, un hombre que buscaba, ansiosamente, apasionadamente, la verdad, la felicidad, pero siempre en sus propios caminos y nunca la encontró. Llegó a tal punto que un día caminando con sus amigos por una calle de Milán, encontraron a un borrachito haciendo eses, y uno comentó: "ese hombre es más feliz que nosotros"; nadie le contradijo. Nunca pensó encontrar aquella verdad y aquella felicidad, hasta que por fin un día a la fuerza tuvo que reconocer, que la única felicidad de su vida y de la vida de cualquiera era Cristo. Lo expresó con aquellas palabras: " Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti".

Tomemos el segundo caso: Pablo de Tarso, que odiaba a Cristo y a los cristianos y que los persiguió hasta la cárcel y la muerte. Pero aquel Cristo le hizo ver que era duro dar coces contra el aguijón, y le hizo caso. Cuando le preguntó, ¿Pablo porqué me persigues?, ¿qué quieres que haga? le respondió Él. Andando el tiempo, este hombre, antiguo perseguidor de Cristo y de cristianos, llegó a decir: "Para mi el vivir es Cristo, Cristo me amó y se entregó a la muerte por mi".

Ignacio de Loyola, para quien lo único importante en este mundo, eran las damas, la guerra y su reina, una bala de cañón le dijo la verdad cuando sitiaban la ciudad de Pamplona. Este hombre es el que compuso aquella oración tan conocida, "Alma de Cristo- santifícame, Cuerpo de Cristo- sálvame, No permitas que me aparte de ti".

Un cuarto ejemplo, Francisco de Borja, aquel guerrero, que estaba entusiasmado por defender a su Reina, la Reina de España, famosa por su belleza. Mientras guerreaba en Italia le avisaron que había muerto su Reina, y a uña de caballo, regresó, para ver si podía dar el ultimo adiós a quien había sido su ídolo de nobleza. Alcanzó a llegar en el momento de la sepultura y pidió permiso para abrir la caja y por última vez ver el rostro de su Reina. Aquel rostro tan hermoso en otro tiempo, estaba ya muy desfigurado y ante él dijo aquellas famosas palabras: "No volveré a servir a un Señor, que se me pueda morir".

Los que no oyen a Cristo, los que sienten indiferencia por Él, no son malos, simplemente, no lo conocen, como no lo conocían, Agustín de Tajaste, Pablo de Tarso, Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Teresa de Ávila y tantos otros.

El Dios que muchos rechazan también yo lo rechazo. Pero a mi Dios no lo rechaza nadie. Porque nadie rechaza el amor, la felicidad, la plenitud. Dios es la Plenitud, la Felicidad, porque Dios es el Amor.

Jesús recrimina a las ciudades incredulas


Mateo 11, 20-24. Tiempo Ordinario. ¡Cuánto amor encierra tu divino Corazón, Señor, y al mismo tiempo cuánto dolor porque no eres correspondido!
Autor: P. Francisco Javier Arriola | Fuente: Catholic.net

Evangelio


Lectura del Evangelio según san Mateo 11, 20 - 24

Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú».

Oración Introductoria

Señor, Dios mío, me pongo en tu presencia para escuchar tus palabras. Haz que mi corazón sea la tierra fértil donde caiga la semilla de tu Palabra para que pueda dar frutos abundantes, para alabarte y para descubrir tu santísima voluntad en mi vida.

Petición

Jesús, Rey de Misericordia, te pido que abras mis oídos para escuchar tu voz, mi voluntad para seguirla y mi corazón para aprender a amarte en mi vida diaria.

Meditación

Este pasaje comienza con una de las palabras más duras de Jesús sobre dos ciudades que no quisieron convertirse. Al mismo tiempo el Señor mismo abre su corazón y nos no muestra ardiendo en amor por cada ser humano en el mundo. ¡Cuánto amor encierra tu divino Corazón, Señor, y al mismo tiempo cuánto dolor porque no eres correspondido!

Jesucristo no se cansa de llamar a sus hijos, pero le duele que no reconozcamos su amor. Es Él quien nos pide las migajas de nuestro amor porque sabe que no podemos dar más. Y en el fondo, tampoco nos pide mucho, sólo quiere que nos dejemos amar por Él. Precisamente porque obró muchos milagros en Corozaím y Betsaida, por eso les echa en cara su falta de fe. No correspondieron a todo lo que Jesús les dio. Hizo milagros, predicó, sanó enfermos, pero no supieron que era el Mesías quien los visitaba. Lo tuvieron como un gran hombre, pero no le permitieron cambiar sus corazones.

Y cuántas veces Dios tendría que llorar a las puertas de nuestro corazón para reprocharnos las tantas veces que se acerca a nuestra vida y nosotros no le reconocemos ni vemos todo lo que nos da. Tal vez porque aún nos falta mucha fe, porque no nos arrepentimos de las veces que le ofendemos y porque no sentimos su dolor ni hacemos caso a sus ruegos. ¿No podemos conmovernos ante tanto amor? Correspondamos con el sincero arrepentimiento, con el sacrificio, con la reparación que puede apartar de nosotros el castigo que nos merecemos, y mover las entrañas de misericordia de un Dios que está loco de amor por los hombres y no desea sino que le amemos.

Reflexión Apostólica

“En eso consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y envió a su Hijo, víctima expiatoria de nuestros pecados” (cfr 1 Jn 4, 10). San Juan nos explica con claridad en qué consiste el amor, porque él no experimentó cuando puso su cabeza en el Corazón de Jesús: escuchó esos latidos de amor que palpitan eternamente por ti. Pero hay que cuidar que se alce su mano justa contra nosotros por haber recibido mucho en nuestra vida y no haber correspondido a sus gracias.

Esto deja de tener una visión tremendista o fatalista si en vez de mirar a Dios como capataz o vengador, lo vemos como un Amigo, Hermano, Padre, Dios... En este caso, no podemos temer a un Juez que ha sido nuestro redentor, que ha dado la vida por mí y me sigue buscando como a oveja perdida para que vuelva a su redil. La alegría de Dios es vernos gozar eternamente de Él en el cielo. Sólo hay que darnos cuenta de cada momento que viene a nuestra vida para descubrirlo y abrirle e invitarle a quedarse en nuestro corazón, pero no dejar que se vaya. O como dice san Agustín: “Teme a la gracia de Dios que pasa y no vuelve”. Cada visita de Dios es única e irrepetible, así como nuestra vida misma.

Propósito

Pondré mucha atención para dar gracias a Dios por cada detalle que pueda percibir en mi día: una nueva jornada, mi familia, mis amigos, pero sobre todo, por su presencia en la Eucaristía.

Diálogo con Cristo

Jesús, Señor de bondad, tú sabes lo mucho que te necesito para poder retomar el buen camino cada día. Dame la fuerza para poder seguirte hasta el final sin desfallecer. Concédeme la gracia de saber descubrir tu mano amorosa en mi alma para no desaprovechar tu compañía ni un instante. Pero soy débil y necesito tu mano fuerte, soy inconstante y necesito tu brazo poderoso, soy pecador y necesito tu perdón. Señor, que nunca tengas que sentir el dolor de lamentarte por mi falta de generosidad y correspondencia, sino que me lleves de la mano para que nunca permitas que me separe de Ti.


Señor, cuando las nubes se hacen densas en el horizonte y todo parece perdido, cuando no encontramos amigos que estén a nuestro lado y la esperanza se nos escapa de las manos, enséñanos a confiar en ti, pues tenemos la certeza de que vendrás en nuestra ayuda (cf. Sal 25, 15). Que la experiencia del dolor y de la oscuridad interior nos enseñe la gran verdad de que contigo nada queda perdido, de que incluso nuestros pecados -una vez reconocidos en el arrepentimiento- sirven para una finalidad, como leña seca en el frío del invierno (cf. Hermano Roger de Taizé). Viacrucis Roma 2009.

lunes, 11 de julio de 2011

Cómo ofrecer el Evangelio


El mundo ha levantado mil barreras al Evangelio. No tienen ni tiempo ni deseos de escuchar la noticia que cambia: Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

La fe surge desde el don de Dios y desde la libertad de cada uno. No puede ser impuesta, ni se consigue por los méritos personales. No se gana como un premio, ni se conserva gracias a las cualidades que uno tenga.

La fe, además, es dinámica. No podemos acoger un regalo tan grande sin sentir, dentro del alma, el deseo de compartirlo a otros. Quisiéramos que familiares, amigos, compañeros de trabajo, personas que conocemos, puedan abrir sus corazones, encontrar a Cristo, recibir el don de Dios, dar un sí que les introduzca en la familia de los creyentes. De este modo, llegarán a ser parte del Cuerpo de Cristo, de la Iglesia.

Pero el mundo ha levantado mil barreras al Evangelio. Unos simplemente no tienen ni tiempo ni deseos de escuchar la noticia que cambia: Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí (cf. Ga 2,20). Otros están aturdidos por los placeres, por las riquezas, por las preocupaciones de este mundo (cf. Lc 8,14).

Otros tienen miedo: miedo a ser ridiculizados, relegados, criticados, incluso despedidos y castigados (cf. Lc 8,13). Para evitar problemas en este breve tiempo dejan de lado el ofrecimiento más importante: el bautismo que salva (cf. 1Pe 3,21).

Mientras, el tesoro sigue escondido en un campo, la perla no ha sido descubierta (cf. Mt 13,44-46). Miles de corazones siguen tras placeres de espejismo, tras drogas para los corazones o para los cuerpos. Se dejan atrapar por la avaricia o la soberbia.

¿Cómo podemos ofrecer el Evangelio? ¿Cómo conseguir que la luz que ilumina a todo hombre llegue a más corazones (cf. Jn 1,9)?

Ante nuestra pequeñez, ante la gran cantidad de dificultades, sentimos la urgencia de rezar a Dios para pedirle que nos haga mensajeros convencidos, enamorados, coherentes, de su Evangelio. Para suplicarle que nos permita hablar con nuestros actos, con nuestra integridad, con nuestra alegría, con nuestra justicia. Para que nos dé fuerzas para que el amor esté siempre encendido, como lámpara que brilla sobre los techos (cf. Mt 5,15-16).

Así será posible que pronto, muy pronto, otros hombres y mujeres puedan confesar que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre (cf. Flp 2,11).